jueves, 9 de julio de 2009

Editorial 08

Madurez ciudadana. De miedos y otras cepas.

El miedo desata emociones escondidas prestas al asalto.

En este proceso de la ya famosa gripe A fuimos transitando diversas etapas y aún seguimos descubriendo otras nuevas.
La ex gripe porcina tiene suficientes ingredientes para desatar el miedo colectivo.
Sus características inusuales de contagio, poco conocidas,
producen confusión a la hora de entender cómo evitarla.
Pudo dispararse el pánico como una bola de nieve sin control.

En su inicio tuvo el componente de ver al otro y la otra como una persona de peligro, un foco de posible contagio. ¿Tose o no tose? ¿Estornuda? Mejor me alejo…

Recuerden lo que pasó cuando se apedreó un ómnibus preveniente de Chile donde, presumiblemente había un enfermo de Gripe A.
Allí se conjugó el miedo al contagio con la discriminación,
algo así como “cuidado con los chilenos”,
lamentablemente una instancia aún existente en nuestra interioridad.
¿Cuál de las cepas es más perjudicial?
Todos sabemos la respuesta.

La gripe A puede ser mortal. De hecho, hay un llamativo número de muertes.
Y algunos medios de comunicación cargaron sus tintas en exceso con esto.
Nunca se sabe a ciencia cierta cuáles son los intereses que los mueven…
Pero la discriminación y la ignorancia han causado muchísimas más.

La paranoia está siempre al acecho y las víctimas siempre son las mismas.
Las personas. La gente como vos y yo.
De las enfermedades y de los temores. De la mala información.

Gracias a Dios, luego de un tiempo de miedo y confusión,
la ciudadanía respondió con madurez.

Poco a poco vamos pasando del temor al cuidado respetuoso.
Protegiéndonos nosotros pero también haciéndolo para con el prójimo.
El otro, la otra, está dejando la categoría de enemigo.

Los elementos de higiene que aumentaron de precio en forma descomunal
y se agotaron por la demanda desmedida, comenzaron a usarse del modo correcto:

El barbijo que parecía presto a inundar las calles y las casas –se vendía hasta en los subtes porteños- se fue dejando de lado al aceptar el mensaje de que no servía para evitar el contagio y que, por el contrario, podía ser un elemento apto para recibir el virus. Sólo deben utilizarlo quienes tengan algún síntoma.

Se pasó de cierta histeria por el alcohol en gel a saber que es un elemento que ayuda al cuidado, re-valorizándose el agua y el jabón para lavarse las manos.

Se recibió con buen criterio la recomendación médica de quedarse en la casa los que tenían principios de gripe, en la espera de la evolución de la enfermedad

Hasta hubo una leve aceptación de que, junto a las medidas precautorias para no contagiarse, debía tenerse en cuenta mejorar la alimentación y con ello el fortalecimiento inmunológico personal.


Hubo una responsabilidad generalizada de la población en todo esto,
que hizo recordar a Albert Camus en su novela La Peste.
Allí, una ciudad de Argelia, Oran, es atacada por una peste
que metafóricamente puede ser
la enfermedad, el mal, la muerte, el absurdo.
La población lucha contra ella decidida a acabar con todo lo que denigra la vida humana.
En La Peste, Camus trata una de sus consignas mas apreciadas:
"En el hombre hay más cosas dignas de admiración que de desprecio"

En la evolución de la Gripe A también.
Se pueden citar ejemplos negativos,
incluidos los medios que siguieron relevando información negativa,
pero la ciudadanía demostró que tiene
“más cosas dignas de admiración que de desprecio"

El miedo fue neutralizado.

Hay quienes dirán que estos conceptos son de Robinson Crusoe en una isla del mundo. Sin embargo los datos están a la orden.
Sólo se trata de aprender a ejercitar la mirada.
Eliminar la grasa que entorpece el mirar que habitualmente se posa sobre lo negativo, incluido el inventarlo con suposiciones,
y animarse a mirar lo positivo. Que es real. Cierto. Existente.

Se cuenta que en cierta oportunidad Jesús caminaba con sus discípulos y otra gente por uno de los caminos de Galilea cuando se encontraron con un perro que había muerto días atrás.
El cuerpo, con principio de descomposición, arrojaba olores nauseabundos y las moscas rondaban alrededor del animal sin vida.
La gente se tapaba las narices y esquivaba el lugar, al mismo tiempo que protestaba por esa escena.
Jesús se paró frente al perro muerto, lo miró y dijo
“Que bellos dientes tiene ese animal”

En medio de la descomposición y olores de la muerte,
rescató lo valioso del perro muerto.
Nuevamente vemos que Jesús nos enseña lo mismo que decía Camus:
"Hay más cosas dignas de admiración que de desprecio"



En otro orden,
en el Evangelio se registra esa escena cuando Jesús dice a los discípulos
“Uds harán obras mayores que yo”.
¡Vaya con la frase!
¡Asusta!
Creerla significaría vernos como nos mira Jesús y entonces deberíamos tomar responsabilidades que en muchos casos, queremos dejárselas a otros.

La ciudadanía, en este caso, tal vez sin darse cuenta
siguió la consigna de Jesús y se puso la mochila de la responsabilidad sobre sus espaldas.
Caminó con ella.
Tuvo temor, pero no fue prisionera del miedo.

Redescubrió antiguos hábitos.
El valor de estar con la familia.
Pausar el agitado ritmo del apuro.
El placer del descanso.

Aún tenemos la responsabilidad de seguir en este ritmo.
Tiempo propicio para revisar conductas pasadas
y apreciar estos nuevos hábitos
para ver si los incorporamos
cuando volvamos a tener libertad de movimiento
y de encuentro masivo.

Seguro que podemos conversar sobre estas notas de la vida
Ayudarnos a crecer en distintas áreas de la existencia humana
para construir un mundo mejor,
que es posible.

Bien dispuestos
“Pensemos juntos la vida”

Anibal Sicardi
Correcciones Rubén Ash
09 de julio de 2009

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