lunes, 6 de julio de 2009

Editorial 07

(En ausencia)

Ayudémonos a mirar la vida.

Entre los relatos del escritor uruguayo Eduardo Galeano
se encuentra una hermosa anécdota.
La de un hombre de su misma nacionalidad
que esperó que su hijo fuese adolescente
para llevarlo a conocer el mar.
Allí salieron padre e hijo de su casa que quedaba tierra adentro,
y se pusieron a caminar.
Cruzaron el descampado,
Alcanzaron la arena,
Subieron uno y otro montículo,
hasta que al llegar a la punta de uno de ellos,
se les apareció el mar.

El jovencito vio la extensión del agua
que tomaba el color azul del cielo,
el movimiento de olas y su impacto en la costa.

Deslumbrado, tomó la mano a su padre y le dijo:
“Papá, ayudame a mirar”

LA IMPONENCIA DE UN ESPECTÁCULO SUELE SER DEMASIADO PARA DOS OJOS.

¿No les pasó nunca que estando en soledad, cuando tuvieron la dicha de contemplar algo realmente hermoso, como un amanecer o un atardecer impactante, un paisaje de ensueños o un acto de amor que los llenó de emoción, lo primero que pensaron es “¡Cómo no está tal o cual persona para compartirlo!” quedándonos con la sensación que si no lo hacíamos no estaba completo y que era demasiada maravilla para uno solo?

Una copla del poeta Antonio Machado dice que
"el ojo no es ojo porque lo estás viendo, sino porque él te ve".

Esa es la función del ojo: Ver.

Pero nosotros no sólo vemos con los ojos.
Existen las vivencias personales, los sentimientos, los prejuicios…
Incorporados, todos estos elementos en nuestra interioridad,
determinan el sesgo de nuestra mirada.
Vale recordarlo, porque la manera como miramos, es importante.
Puede condicionar la conducta de cada persona.

La forma en que miramos al otro y/o la otra
está condicionada por lo que pensamos.
Por ejemplo, acerca de su estilo de vestir, de sus movimientos,
o hasta del peinado: si es hombre y tiene el pelo cortadito o crecido,
liso o enrulado, castaño, rubio o negro bien renegrido…
suponemos que es de una manera u otra…

El asunto no es sencillo…

Me encuentro con un amigo, bastante más joven que yo.
Hablamos de historia.
Él y yo diferimos al mirar el pasado:
“La viví” le digo.
“Lo viste desde una determinada perspectiva,
por más amplia que haya sido”, me responde.

Puedo replicar, pero tiene razón.

Lo que podemos hacer es conversar sobre esas miradas,
lo cual es mucho,
y certificar que el mirar es complejo.

Tres personas ven un choque de automóviles.
Las tres tendrán visiones diferentes.
Coinciden en el hecho: Chocaron dos autos.
Acerca de los detalles… probablemente no coincidan
Pues cada uno vio algo distinto,
una parte que el otro no llegó a observar.
Con la conjunción de esas miradas,
podemos acercarnos a conocer la realidad
y a comprender el hecho en su totalidad.

Y acá viene lo importante:
No se puede mirar el pasado,
Ni la actualidad
Ni otear el futuro
A través de una sola mirada.

Hay que valorar la exclamación del pibe,
del chico del relato:
“Papá, ayudame a mirar”

LA MIRADA PERSONAL NECESITA DEL MIRAR COLECTIVO.

Tal vez con algo de esto tenga que ver que en La Biblia
y en otros libros sagrados de religiones,
esté escrito que el ser humano no puede mirar cara a cara a Dios.
Quizás, el deslumbre de tal escena
resulta demasiado fuerte para sólo dos ojos humanos.

Es notable cómo la Biblia toma ese asunto de no mirar a Dios.
El Ser Humano necesita ayuda para mirarlo.
El Dios de la Biblia no se esconde. Se muestra.
Y por allí nos da una clave:
Ahora se ve en Jesús.
Por medio de Él vemos a Dios,
dicen algunos de los escritores bíblicos.
Y ese Jesús da pistas más que interesantes
sobre cómo mirar la vida.
De cómo vivirla.
Espléndida.
Magnífica.
De aguas azuladas cuyas olas rompen en la costa humana.

La vida, no se la puede ver con una sola mirada.
Es demasiado deslumbrante.

Por eso necesitamos mirarla en conjunto.
Con los ojos, las mentes y las almas de todos.

Así hacemos o intentamos hacer en la Iglesia Metodista de Belgrano al 300,
Acá en Bahía Blanca, especialmente los martes a las siete de la tarde
en esa reunión que llamamos “Pensar juntos la vida”

Abierta a todos y todas.

Los invitamos a participar
No porque digamos que somos abiertos, buenos, amplios…

La verdad, es que necesitamos a todos.
Los necesitamos y las necesitamos.

Porque como decíamos, a la vida no se la puede ver
con la mirada del solitario o de la solitaria.

Tampoco por grupos parcializados.

Es una cuestión tan importante,
que todos y todas son necesarios.

Por eso esta hora que compartimos todos los jueves a las 20,
en FM De La Calle, Es un reclamo.
El mismo del pibe de la historia de Galeano que decía:
“Papá, ayudame a mirar”

Nosotros te decimos:
“Vos, acercate… ¡Ayudanos a mirar!”

Animate. Dale.
Pensemos juntos la vida.

Anibal Sicardi
Correcciones de Rubén Ash
06 de julio de 2009

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